No es un secreto que las cosquillas hacen bien para el cuerpo, para el alma, son como un antídoto que le permite a la persona estar feliz, riendo, sonriendo trayendo muchos beneficios para el organismo.

En máster en Neurociencia del Instituto de Neurociencias y Salud Mental de Barcelona y Director del Departamento de Psicología del Politécnico Gran Colombiano, Rodrigo Riaño, afirma que desde que un bebé nace, su cerebro está preparado para detectar cosquillas pues se originan desde un estímulo táctil.

Durante los primeros meses de vida y hasta que el niño tenga 3 años, todo favorece a la maduración de las vías nerviosas de carácter sensitivo que son las que se encargan de informar al cerebro de una picada, del calor, del frío, entre otros. Además, permiten el desarrollo de las vías motoras que son las que se encuentran en la corteza cerebral y son las encargadas de enviar información a los distintos rincones del organismo creando estímulos, entre otros, las cosquillas.

Hay que tener claro, que como afirma la psicóloga especialista en psicología clínica y desarrollo familiar, Carolina Molina, el acto de las cosquillas no se debe remitir solamente a la acción de tocar “sino de compartir con el niño un momento agradable, alegre en el que se fortalezca la unión familiar” pues son consideradas un anti estrés que ayuda a expresar emociones, generar confianza, bienestar, estimula los sentidos y desarrolla la parte emocional del menor.

En cuanto a la parte fisiológica, se tonifican los músculos y se fortalece el sistema inmune. Mientras se perciben, el cerebro libera endorfinas conocidas como las hormonas de la felicidad, sustancias que ayudan a sentirse mejor.

Así que ya saben papás, a dar mucho amor y muchas cosquillas a sus hijos. Nos dimos cuenta que va más allá de un simple juego y que tiene muchas implicaciones positivas tanto para el organismo como para la felicidad de los pequeños, que finalmente, debe ser la prioridad de todo.

Fuente: http://www.abcdelbebe.com/