No es un secreto que los niños cometen travesuras, y es normal, pues quieren experimentar y conocer las cosas por sí solos. Con esto no se quiere decir que jamás se deban reprender, pues si la falta es grave, es recomendable dialogar y hacerle caer en cuenta de las cosas que debe y no debe hacer.
Los padres muchas veces regañan y castigan a sus hijos cuando cometen travesuras, pues el sentimiento y el enojo que les causa son muy intensos. Pero si se tomaran un tiempo para respirar, pensar y analizar, la respuesta o la reacción podría ser muy diferente.
Como padres, es fundamental que reconozcan que los niños sienten curiosidad que no tiene límites; siempre van a querer explorar y entender el contexto en el que viven, es por esto que muerden, cogen, rompen, etc. Y no está del todo mal, el hecho de que sean curiosos, les permite que se desarrollen sus habilidades intelectuales, físicas, sociales y emocionales por sus propios medios.
Desde que son bebés, como adultos notamos que algunos juegan con nuestro cabello, nuestras gafas, y que muestran interés por todo lo que existe a su alrededor. Durante los primeros años se empeñan por descifrar los cristales, rayar sillones y tirar la basura en cualquier sitio que encuentren.
Cuando esto ocurra, en vez de castigar (teniendo en cuenta que lo que el menor quiere es explorar su entorno), lo que se debe hacer es explicarle y hacerle ver qué está mal y qué está bien. Dejarlo manipular y de vez en cuando hacer una que otra travesura es bueno para su desarrollo integral y no es que puedan hacer lo que quieran, pero si no es algo trascendental no es necesario regañar.
Fuente: espanol.babycenter.com