Lo primero es aclarar que es importante que los padres consulten a un especialista si pasa de ser algo normal a algo que tiene más implicaciones.
Como lo afirma Clara Inés Sandoval, médica pediatra bioenergética: “Es importante distinguir entre inapetencia real y falsa. Si al hacer un interrogatorio sobre la alimentación del niño de las proporciones que recibe y el número de comidas al día y al comprar ésta información con su peso y talla todo está dentro de lo normal en su edad, se trata de una inapetencia falsa. En estos casos lo que se les explica a los padres es que todo está normal”. Y cuando existe una inapetencia real el médico pediatra o el especialista que esté tratando al niño se da cuenta debido a la falta de peso debido a la falta de alimentos.
Según Alicia Cleves, nutricionista y dietista y Directora del Centro Integral de Nutrición y Medicina (CINUMED), esta inapetencia puede ser agua, crónica, de origen orgánico o mixto. “Es usual que los niños dejen de comer después de una enfermedad como por ejemplo la diarrea. En estos casos se habla de una inapetencia orgánica, pues fue producida a consecuencia de un problema de salud”, además afirma que dicha inapetencia puede durar varias semanas o meses volviéndose crónica.
Por otro lado el pediatra Álvaro Jácome afirma que los niños más grandes rechazan un alimento en particular lo que se conoce cono inapetencia selectiva. “Ésta es una conducta realmente dañina porque el menor calma su hambre pero con los alimentos que él elige. A largo plazo esto puede provocar desnutrición ya que no está ingiriendo lo que necesita para su correcto desarrollo”, afirma el experto.
Casusas.
En la mayoría de casos muchas personas catalogan a un niño falto de apetito porque no come las tres comidas principales sin tener en cuenta lo que ha pasado durante el día. Ante esta situación hay que tener en cuenta dos cosas: la primera, la actitud que tienen los padres frente a la nutrición y la segundad es la edad.
Si esto se presenta en un bebé lactante, es probable que exista un problema de salud que lo haga rechazar la leche de su madre. Después de que pase el primer año, el cambio de apetito ya puede tener más variables que se conocerán como explicaciones.
Además es común que un menor se niegue a aceptar una o varias comidas principales que se le ofrecen con demasiada insistencia o a la fuerza porque durante el día ha ingerido varios alimentos y es por esto que al momento de almorzar, cenar, o comer algo su apetito ya está saciado.
A veces muchos niños dejan de comer cuando se presenta una alteración en su contexto emocional. “Emociones como el miedo, la angustia, la tristeza o el mal genio son causas de que se produzca la falta de apetito”, afirma Clara Inés Sandoval.
Estrategias.
Para que un niño no se desmotive frente a los alimentos lo más importante es que los padres sean organizados en horas al momento de darle la comida y procuren limitar el tiempo que se le dedica a esto. “Si se le pone sobre la mesa un plato por más de media hora, lo más probable es que no ingiera los alimentos con gusto sino por obligación” afirma el pediatra Álvaro Jácome.
Hay que evitar las gaseosas y brindar alimentos que le van a hacer provecho al niño, como frutas, verduras, etc. “Las frutas por ejemplo sacian el apetito y mejoran los niveles de azúcar”, explica Jácome.
Fuente: http://www.abcdelbebe.com/